Este año mi hijo mayor ha empezado el cole. ¡Qué emoción! Pero una de mis preocupaciones eran los temidos piojos. Cada vez que sale de la escuela y se rasca la cabeza le reviso pelo por pelo (bueno, hasta que él me deja). Hasta la fecha no he encontrado ningún indeseable en mi chiquitín. Por suerte, ya que si él trae uno, toda la familia los padeceremos seguramente, somos unos mimosos insaciables y siempre que podemos nos hacemos carantoñas.
Pues bien, el otro día trajo del colegio una nota diciendo que habían detectado que algunos alumnos tenían de estos bichejos. Aaaaaaaah!!!!! Entré en pánico, y de repente empezó a picarme la cabeza. Contamos varios cuentos y alguna canción mientras le revisaba una vez más la cabeza a mi paciente hijo. Nada. Ni rastro.